MODO DE HACER LA
NOVENA.
Se empezará todos los
días con esta introducción.
DIOS , y Señor de las Virtudes ,
postrado humildemente ante el trono de vuestra
clemencia, confieso en primer lugar, que no merezco ser oído de Vos, ni parecer
ante vuestro divino acatamiento; porque me faltan esas sagradas distinciones , que hacen la gala de vuestros siervos, γ el título más
glorioso de vuestra divina Majestad; pero animado , y esperanzado en la intercesión
del grande San Roberto Abad, vengo a tributaros el respeto, el amor, y la
acción de gracias , que una criatura , y mas tan νiΙ , y tan favorecida como
yo, debe a su benignísimo Criador. YO me confundo, Dios mío, de mi pasada ingratitud,
y me avergüenzo de mi tibieza. Oh, cuan desatenta, y cuan desconocida! Υ en desagravio
de tanta indiferencia, y de tanto olvido, os amo, y os quisiera amar con la
intensión, y con la ternura de afecto con que os amaba mi Santo Protector, por
quien os suplico, que, a la consideración de vuestra grandeza, y bondad, me
concedáis un vivo arrepentimiento de mis pecados, y una partecita de aquellos
grandes dones que depositasteis en el alma de este bienaventurado Siervo
vuestro, para que yo, inflamado con ella y vuestro amor, crezca de virtud en
virtud, y llegue a merecer el dichoso término para el que fui creado, de suerte
que os sirva, os ame, y os alabe en esta vida; os vea y os posea en la eterna,
por Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
PRIMER DÍA
LA
regularidad de las costumbres,
Señor, y la bien ordenada distribución
del día, γ de la noche, en obras prescritas, y ejecutadas al purísimo nivel de
vuestra santísima
voluntad, es el primer escalón de la vida espiritual, y el primer fundamento de
la alta perfección, que comunicasteis al Císter
por medio de su grande Padre, y Siervo vuestro San Roberto Abad. Υο os alabo
por ella, Dios mío, y os suplico a que me concedáis un eficacísimo propósito de
estampar todos mis
pasos sobre las religiosas huellas de su ejemplo, para que en mí nada discrepe
de vuestra santa Ley, y nada se desvíe de la senda angosta de vuestros Escogidos. Y también os ruego, que me concedáis la gracia
particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
Tres
Avemarías.
ORACIÓN GENERAL
Eterno
Dios, Padre, Señor y Criador de cuanto hay visible, e invisible fuera de Vos en
el Cielo, γ en la Tierra: gracias os doy por el magisterio de espíritu, que otorgasteis a vuestro gran Siervo San Roberto
Abad, para abrir por su medio la Escuela del Cister, que lo ha sido, γ es de tantos,
γ tan aventajados discípulos en todo género de religiosa perfección. Vos,
Señor, lo escogisteis, γ Ιο llamasteis
después de San Benito para propagar en el Occidente la ciencia de la vida monástica, y en él, como en piedra bien labrada, pusisteis el estable y
sólido fundamento del gran edificio, que habíais destinado levantar en la
Iglesia, para gloria de vuestro santísimo nombre, honra de la Religión, amparo
de la Fe, salud, y perfección de las almas. Vos le enriquecisteis con todas las
virtudes, y lo hicisteis digno instrumento de una de las mayores obras de
vuestra sabiduría y bondad. Vos me lo distéis por ejemplar, maestro y
protector, a fin de que yo me deje llevar tras Vos al olor de sus virtudes,
hasta que consiga por su intercesión la ciencia de los Santos, y la gracia
particular que deseo en esta Novena. [Intensión]. Así lo espero y así lo
confío, porque sé, Señor, con vuestra Esposa la Santa Iglesia, que el
compadeceros, y el perdonar es propio vuestro, y no dudo del alto valimiento
que San Roberto Abad tiene para con vuestra Majestad, a quien sea el honor, y
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona.
Alienta,
Siervo bueno, y fiel; porque por el mérito de haber sido fiel en lo poco, yo te
estableceré en lo mucho.
V. El Señor
guió al justo por caminos rectos.
R. Y le
mostró el Reino de Dios.
Oremos
Os rogamos,
Señor, que la intercesión de San Roberto Abad nos favorezca; para que lo que no
podemos por nuestros merecimientos, lo consigamos por su patrocinio. Por
nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que con Vos, y el Espíritu Santo vive y
reina por los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDO DIA.
La caridad
fraterna, Dios mío, es el segundo escalón de la virtud, del cual sabemos, a testimonio de vuestro amado Discípulo
San Juan, que es luz del que ama a sus hermanos. Esta para el Císter es la
celestial armonía, que le pegó el abrasado espíritu de su Santo Fundador, para
remedar en la Tierra la unión de amor, con que viven los ángeles, y las almas
bienaventuradas en el Cielo. Por los merecimientos de San Roberto Abad os
suplico, que arranquéis de mi corazón las aversiones, y los apegos
particulares, que pudieran entibiar en mí la sagrada llama de esta divina
concordia, sin la cual no pudiera lisonjearme en Vos de haber sido trasladado
de las tinieblas a la luz, esto es, a la gracia de vuestra divina filiación. Y
también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en
esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho
de mi alma. Amen.
ΤΕRCER DÍA
En el
tercer escalón, Señor, hallo la paz del espíritu que el Mundo no puede dar a
los que se arreglan a sus preceptos, y el más ajustado remedo de la celestial
Jerusalén, que quiere decir visión de paz. Esta es la alta tranquilidad, y
santo sosiego, que concedisteis al Císter a influjo de las fervorosas
exhortaciones, y admirables ejemplos de su Santo Padre y Fundador San Roberto
Abad: ruegoos que me concedáis un general desapego de todas las cosas de la
Tierra, sin el cual no es fácil de acallar el tumulto de las concupiscencias; y
que de tal manera humilléis el ímpetu de mis pasiones, que yo descanse en
brazos de la más sosegada calma, y logre el fruto de la victoria de mi Señor
Jesucristo. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que
deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
CUARTO DÍA
Dios y
Señor, en el cuarto escalón se deja ver la santa perseverancia, que es hija, o
compañera del vigor de la disciplina, sin cuya gracia los propósitos más bien
actuados del fervor no se conservan sin desmayo; porque en vano se desvela
aquel, cuya casa no es amparada, y defendida por vuestra paterna misericordia.
A vuestra Majestad acudo por los merecimientos del glorioso San Roberto Abad, y
os suplico que así como por su medio os dignasteis animar la santa
perseverancia del Císter, así me inspiréis un fervoroso tesón de serviros, inflexible a todos los insultos
de las tentaciones, y una constancia verdaderamente alentada en conservar las
sólidas máximas del desengaño, en el cumplimiento de vuestra santísima
voluntad. Así lo confío y también os ruego, que me concedáis la gracia
particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
QUINTO DÍA
El quinto
escalón es el amor a la obediencia, y ésta, Señor, que en vuestra consideración
se prefiere a las víctimas, está ensalzada y consagrada con el ejemplo del que
fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Ésta, que es el norte, y la
guía segura de los que caminan a la perfección, fue para el Císter el camino
real de la vida, abierto y batido de los fervorosos pasos del glorioso Abad San
Roberto: ruegoos, Señor, que así como la Esclava nunca desvía los ojos de las
manos de su Señora; así yo los tenga siempre atentos a cualesquier
significaciones de vuestro divino beneplácito, de suerte que me deje llevar, no
sólo con el afecto, sino con el entendimiento , de la regla certísima de
vuestra divina voluntad, que es la voluntad manifestada de mis Superiores.
Y también os ruego, que me concedáis la
gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria
vuestra, γ provecho de
mi alma. Amén.
SEXTO DÍA
La
Obediencia, Dios mío y el abandono total de las inclinaciones de la naturaleza
no se puede conseguir sino subiendo el sexto escalón de la servidumbre de la
carne, la cual, como inferior, y terrena, debe estar subordinada a la parte
superior de la naturaleza racional, que es un destello de la divina. Este,
Señor, era el incesante ejercicio del Císter, que, enseñado y estimulado de los
ejemplos de San Roberto Abad, supo, y aun sabe enfrenar a este doméstico
enemigo, para que no tumultuase contra la razón alumbrada de la Fe. Concededme
, que yo, por la intercesión de mi poderoso Abogado, viva siempre cauteloso de
sus ocultas maquinaciones, siempre armado con el espíritu de penitencia,
siempre abrazado con la cruz, que es vida, salud, y redención de los que se
acogen a ella. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que
deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
SÉPTIMO DÍA
Dios mío:
el séptimo escalón por donde subía el adelantado espíritu de San Roberto Abad,
para llevar en pos de sí al Císter, fue el de la libertad de la lección
espiritual, porque aquella es verdadera
libertad, que en los libros devotos busca nuevos estímulos para llegarse más, y
estrecharse de cada día más apretadamente con Vos, que sois el soberano
libertador de las almas cautivas de sus apetitos. Otorgadme, Señor, que yo,
todos los instantes, que tuviere libres de las forzosas tareas de mi
obligación, de tal suerte emplee el tiempo en los libros, que edifican el espíritu,
que no me deje rendir a los vanos pretextos del amor propio, cese de buscar las
luces, que tenéis vinculadas a tan provechosa ocupación, en la cual vuestra
divina voz se deja oír de los que en la soledad del corazón están atentos a
ella. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo
conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
OCTAVO DÍA
El octavo
escalón, soberano Dueño, y Señor, ya es descanso en brazos de la meditación de
vuestras divinas excelencias. Esta es la sabrosísima delicia del retiro
interior, tan ´predicada de los Santos; y esta la sagrada calma del espíritu,
que concedisteis a San Roberto Abad, y por él a tantos, y tan fervorosos hijos
suyos, siempre atentos a contemplar vuestras soberanas prerrogativas, y siempre
saboreados en la bienaventurada comunicación con Vos, que sois el mejor amigo
de las almas. Otorgadme, Señor que yo, olvidado del trato importuno, y casi
siempre dañoso, de las criaturas, no aspire con San Pablo a la dulzura de
vuestra conversación; ni aprenda sino en la escuela, llena de paz, y de
perfecta tranquilidad, en que Vos sois maestro de los que se dedican a escuchar
con San Pedro las palabras de vida eterna que tenéis. Y también os ruego, que
me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de
ser para gloria vuestra, γ
provecho de mi alma. Amén.
NONO DÍA
Ya hemos
llegado, Señor, y Dios mío, al noveno escalón de la devoción de la Salmodia, al
cual podemos llamar segundo descanso de la vida monástica, dulcemente empleada
en cantar vuestras divinas alabanzas. ¡Oh, con cuanto fervor, y con cuan
abrasadas voces resonaba, y aun resuena el Císter! ¡Oh, con cuanta modestia,
con cuanto respeto, con cuanta compunción, y profunda sumisión de espíritu
alternaba, y aún alterna vuestra grandeza, aquel Coro de Ángeles, a imitación
de su Padre, y Fundador San Roberto Abad! Concededme, Señor, que yo de tal
suerte me dedique a la Oración vocal, que merezca ser oído en el trono de
vuestra benignidad, y logre favorablemente despachado el memorial de mis
súplicas. Así lo espero por los méritos, e intercesión de mi Santo Abogado. Y también
os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta
Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ
provecho de mi alma. Amén.
FIN DE LA
NOVENA
GOZOS EN ALABANZA DE SAN ROBERTO ABAD, PADRE E INSTITUIDOR DEL CÍSTER
Ya que en
vuestra imitación luces atesora el Cielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por
Vos gracia, y protección.
Benito en
su General, sabio, ejercitado y diestro en Vos formó otro Maestro de la vida
espiritual.
En Molesme
la instrucción corrió al Magisterio el velo: logre, oh, gran Roberto, el suelo
por Vos gracia, y protección.
Oración general de todos los días
En el
místico saber docto el primer Monasterio, fue gracia del magisterio la que os
condujo al Císter. Aquí en segunda lección segundado se vio el celo: logre, oh,
gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día primero
Éste,
atento al ejemplar de vuestras obras, bebía las luces, con que se hacia en
costumbres regular. Tan sagrada emulación hija fue de vuestro anhelo: logre,
oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día segundo
Ardiendo en
actividad vuestro espíritu abrasado, se vio un cielo remedado la fraterna
Caridad. ¡Qué no puede la intención de un ardor que toma vuelo! Logre, oh, gran
Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día tercero
Al estímulo
eficaz de tan sabrosa enseñanza, reinó en todos la bonanza del espíritu de paz.
Éstas, Padre excelso, son las copias, Vos el modelo: logre, oh, gran Roberto,
el suelo por Vos gracia, y protección.
Día cuarto
De este
interés la ganancia (de vuestro aliento al fervor) hizo inflexible el vigor, e
igual la perseverancia. Esta ciñe el galardón, y en él su eterno consuelo: logre,
oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día quinto
En busca de
la eminencia abrió al Císter vuestra luz, por las huellas de la Cruz, otra
senda en la obediencia. Tan segura dirección fruto es de vuestro desvelo: logre,
oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día sexto
Para llegar
a la cumbre, que emprendía de este
honor, la carne entró en el rigor de una justa servidumbre. Sin hollar su obstinación, yerra quien no
está en recelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día séptimo
Hecha
esclava su impiedad, a ejemplo de vuestro ardor, en la lección el amor entraba
en más libertad. A esta llama el corazón siente desatar su hielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos
gracia, y protección.
Día octavo
Liquidado
aquél, la virtud, herida de vuestro fuego, sólo en Dios halla sosiego, sólo en
su trato quietud. A soplos de la oración arde humano Mongibelo: logre, oh, gran
Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día nono
Este ardor
hecho vocal en la Salmodia, cumplía los preceptos que os oía de la vida
monacal. Así crece en devoción este anticipado Cielo: logre, oh, gran Roberto,
el suelo por Vos gracia, y protección.
Final
Ya que en
vuestra imitación luces atesora el Cielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por
Vos gracia, y protección.