miércoles, 1 de enero de 2014

Novena a San Roberto Abad

MODO DE HACER LA NOVENA.

Se empezará todos los días con esta introducción.

DIOS , y Señor de las Virtudes , postrado humildemente ante el trono de vuestra clemencia, confieso en primer lugar, que no merezco ser oído de Vos, ni parecer ante vuestro divino acatamiento; porque me faltan esas sagradas distinciones , que hacen la gala de vuestros siervos, γ el título más glorioso de vuestra divina Majestad; pero animado , y esperanzado en la intercesión del grande San Roberto Abad, vengo a tributaros el respeto, el amor, y la acción de gracias , que una criatura , y mas tan νiΙ , y tan favorecida como yo, debe a su benignísimo Criador. YO me confundo, Dios mío, de mi pasada ingratitud, y me avergüenzo de mi tibieza. Oh, cuan desatenta, y cuan desconocida! Υ en desagravio de tanta indiferencia, y de tanto olvido, os amo, y os quisiera amar con la intensión, y con la ternura de afecto con que os amaba mi Santo Protector, por quien os suplico, que, a la consideración de vuestra grandeza, y bondad, me concedáis un vivo arrepentimiento de mis pecados, y una partecita de aquellos grandes dones que depositasteis en el alma de este bienaventurado Siervo vuestro, para que yo, inflamado con ella y vuestro amor, crezca de virtud en virtud, y llegue a merecer el dichoso término para el que fui creado, de suerte que os sirva, os ame, y os alabe en esta vida; os vea y os posea en la eterna, por Jesucristo Hijo vuestro, nuestro Señor, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

PRIMER DÍA
LA regularidad de las costumbres, Señor, y la bien ordenada distribución del día, γ de la noche, en obras prescritas, y ejecutadas al purísimo nivel de vuestra santísima voluntad, es el primer escalón de la vida espiritual, y el primer fundamento de la alta perfección, que comunicasteis al Císter por medio de su grande Padre, y Siervo vuestro San Roberto Abad. Υο os alabo por ella, Dios mío, y os suplico a que me concedáis un eficacísimo propósito de estampar todos mis pasos sobre las religiosas huellas de su ejemplo, para que en mí nada discrepe de vuestra santa Ley, y nada se desvíe de la senda angosta de vuestros Escogidos. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
Tres Avemarías.
ORACIÓN GENERAL
Eterno Dios, Padre, Señor y Criador de cuanto hay visible, e invisible fuera de Vos en el Cielo, γ en la Tierra: gracias os doy por el magisterio de espíritu, que otorgasteis a vuestro gran Siervo San Roberto Abad, para abrir por su medio la Escuela del Cister, que lo ha sido, γ es de tantos, γ tan aventajados discípulos en todo género de religiosa perfección. Vos, Señor, lo escogisteis, γ Ιο llamasteis después de San Benito para propagar en el Occidente la ciencia de la vida monástica, y en él, como en piedra bien labrada, pusisteis el estable y sólido fundamento del gran edificio, que habíais destinado levantar en la Iglesia, para gloria de vuestro santísimo nombre, honra de la Religión, amparo de la Fe, salud, y perfección de las almas. Vos le enriquecisteis con todas las virtudes, y lo hicisteis digno instrumento de una de las mayores obras de vuestra sabiduría y bondad. Vos me lo distéis por ejemplar, maestro y protector, a fin de que yo me deje llevar tras Vos al olor de sus virtudes, hasta que consiga por su intercesión la ciencia de los Santos, y la gracia particular que deseo en esta Novena. [Intensión]. Así lo espero y así lo confío, porque sé, Señor, con vuestra Esposa la Santa Iglesia, que el compadeceros, y el perdonar es propio vuestro, y no dudo del alto valimiento que San Roberto Abad tiene para con vuestra Majestad, a quien sea el honor, y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona.
Alienta, Siervo bueno, y fiel; porque por el mérito de haber sido fiel en lo poco, yo te estableceré en lo mucho.
V. El Señor guió al justo por caminos rectos.
R. Y le mostró el Reino de Dios.
Oremos
Os rogamos, Señor, que la intercesión de San Roberto Abad nos favorezca; para que lo que no podemos por nuestros merecimientos, lo consigamos por su patrocinio. Por nuestro Señor Jesucristo, Hijo vuestro, que con Vos, y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

SEGUNDO DIA.
La caridad fraterna, Dios mío, es el segundo escalón de la virtud, del cual sabemos, a testimonio de vuestro amado Discípulo San Juan, que es luz del que ama a sus hermanos. Esta para el Císter  es la celestial armonía, que le pegó el abrasado espíritu de su Santo Fundador, para remedar en la Tierra la unión de amor, con que viven los ángeles, y las almas bienaventuradas en el Cielo. Por los merecimientos de San Roberto Abad os suplico, que arranquéis de mi corazón las aversiones, y los apegos particulares, que pudieran entibiar en mí la sagrada llama de esta divina concordia, sin la cual no pudiera lisonjearme en Vos de haber sido trasladado de las tinieblas a la luz, esto es, a la gracia de vuestra divina filiación. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
ΤΕRCER DÍA
En el tercer escalón, Señor, hallo la paz del espíritu que el Mundo no puede dar a los que se arreglan a sus preceptos, y el más ajustado remedo de la celestial Jerusalén, que quiere decir visión de paz. Esta es la alta tranquilidad, y santo sosiego, que concedisteis al Císter a influjo de las fervorosas exhortaciones, y admirables ejemplos de su Santo Padre y Fundador San Roberto Abad: ruegoos que me concedáis un general desapego de todas las cosas de la Tierra, sin el cual no es fácil de acallar el tumulto de las concupiscencias; y que de tal manera humilléis el ímpetu de mis pasiones, que yo descanse en brazos de la más sosegada calma, y logre el fruto de la victoria de mi Señor Jesucristo. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
CUARTO DÍA
Dios y Señor, en el cuarto escalón se deja ver la santa perseverancia, que es hija, o compañera del vigor de la disciplina, sin cuya gracia los propósitos más bien actuados del fervor no se conservan sin desmayo; porque en vano se desvela aquel, cuya casa no es amparada, y defendida por vuestra paterna misericordia. A vuestra Majestad acudo por los merecimientos del glorioso San Roberto Abad, y os suplico que así como por su medio os dignasteis animar la santa perseverancia del Císter, así me inspiréis un fervoroso tesón  de serviros, inflexible a todos los insultos de las tentaciones, y una constancia verdaderamente alentada en conservar las sólidas máximas del desengaño, en el cumplimiento de vuestra santísima voluntad. Así lo confío y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amen.
QUINTO DÍA
El quinto escalón es el amor a la obediencia, y ésta, Señor, que en vuestra consideración se prefiere a las víctimas, está ensalzada y consagrada con el ejemplo del que fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Ésta, que es el norte, y la guía segura de los que caminan a la perfección, fue para el Císter el camino real de la vida, abierto y batido de los fervorosos pasos del glorioso Abad San Roberto: ruegoos, Señor, que así como la Esclava nunca desvía los ojos de las manos de su Señora; así yo los tenga siempre atentos a cualesquier significaciones de vuestro divino beneplácito, de suerte que me deje llevar, no sólo con el afecto, sino con el entendimiento , de la regla certísima de vuestra divina voluntad, que es la voluntad manifestada de mis Superiores. Y  también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
SEXTO DÍA
La Obediencia, Dios mío y el abandono total de las inclinaciones de la naturaleza no se puede conseguir sino subiendo el sexto escalón de la servidumbre de la carne, la cual, como inferior, y terrena, debe estar subordinada a la parte superior de la naturaleza racional, que es un destello de la divina. Este, Señor, era el incesante ejercicio del Císter, que, enseñado y estimulado de los ejemplos de San Roberto Abad, supo, y aun sabe enfrenar a este doméstico enemigo, para que no tumultuase contra la razón alumbrada de la Fe. Concededme , que yo, por la intercesión de mi poderoso Abogado, viva siempre cauteloso de sus ocultas maquinaciones, siempre armado con el espíritu de penitencia, siempre abrazado con la cruz, que es vida, salud, y redención de los que se acogen a ella. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.


SÉPTIMO DÍA
Dios mío: el séptimo escalón por donde subía el adelantado espíritu de San Roberto Abad, para llevar en pos de sí al Císter, fue el de la libertad de la lección espiritual,  porque aquella es verdadera libertad, que en los libros devotos busca nuevos estímulos para llegarse más, y estrecharse de cada día más apretadamente con Vos, que sois el soberano libertador de las almas cautivas de sus apetitos. Otorgadme, Señor, que yo, todos los instantes, que tuviere libres de las forzosas tareas de mi obligación, de tal suerte emplee el tiempo en los libros, que edifican el espíritu, que no me deje rendir a los vanos pretextos del amor propio, cese de buscar las luces, que tenéis vinculadas a tan provechosa ocupación, en la cual vuestra divina voz se deja oír de los que en la soledad del corazón están atentos a ella. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
OCTAVO DÍA
El octavo escalón, soberano Dueño, y Señor, ya es descanso en brazos de la meditación de vuestras divinas excelencias. Esta es la sabrosísima delicia del retiro interior, tan ´predicada de los Santos; y esta la sagrada calma del espíritu, que concedisteis a San Roberto Abad, y por él a tantos, y tan fervorosos hijos suyos, siempre atentos a contemplar vuestras soberanas prerrogativas, y siempre saboreados en la bienaventurada comunicación con Vos, que sois el mejor amigo de las almas. Otorgadme, Señor que yo, olvidado del trato importuno, y casi siempre dañoso, de las criaturas, no aspire con San Pablo a la dulzura de vuestra conversación; ni aprenda sino en la escuela, llena de paz, y de perfecta tranquilidad, en que Vos sois maestro de los que se dedican a escuchar con San Pedro las palabras de vida eterna que tenéis. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
NONO DÍA
Ya hemos llegado, Señor, y Dios mío, al noveno escalón de la devoción de la Salmodia, al cual podemos llamar segundo descanso de la vida monástica, dulcemente empleada en cantar vuestras divinas alabanzas. ¡Oh, con cuanto fervor, y con cuan abrasadas voces resonaba, y aun resuena el Císter! ¡Oh, con cuanta modestia, con cuanto respeto, con cuanta compunción, y profunda sumisión de espíritu alternaba, y aún alterna vuestra grandeza, aquel Coro de Ángeles, a imitación de su Padre, y Fundador San Roberto Abad! Concededme, Señor, que yo de tal suerte me dedique a la Oración vocal, que merezca ser oído en el trono de vuestra benignidad, y logre favorablemente despachado el memorial de mis súplicas. Así lo espero por los méritos, e intercesión de mi Santo Abogado. Y también os ruego, que me concedáis la gracia particular, que deseo conseguir en esta Novena, si ha de ser para gloria vuestra, γ provecho de mi alma. Amén.
FIN DE LA NOVENA



GOZOS EN ALABANZA DE SAN ROBERTO ABAD, PADRE E INSTITUIDOR DEL CÍSTER
Ya que en vuestra imitación luces atesora el Cielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Benito en su General, sabio, ejercitado y diestro en Vos formó otro Maestro de la vida espiritual.
En Molesme la instrucción corrió al Magisterio el velo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Oración general de todos los días
En el místico saber docto el primer Monasterio, fue gracia del magisterio la que os condujo al Císter. Aquí en segunda lección segundado se vio el celo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día primero
Éste, atento al ejemplar de vuestras obras, bebía las luces, con que se hacia en costumbres regular. Tan sagrada emulación hija fue de vuestro anhelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día segundo
Ardiendo en actividad vuestro espíritu abrasado, se vio un cielo remedado la fraterna Caridad. ¡Qué no puede la intención de un ardor que toma vuelo! Logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día tercero
Al estímulo eficaz de tan sabrosa enseñanza, reinó en todos la bonanza del espíritu de paz. Éstas, Padre excelso, son las copias, Vos el modelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día cuarto
De este interés la ganancia (de vuestro aliento al fervor) hizo inflexible el vigor, e igual la perseverancia. Esta ciñe el galardón, y en él su eterno consuelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día quinto
En busca de la eminencia abrió al Císter vuestra luz, por las huellas de la Cruz, otra senda en la obediencia. Tan segura dirección fruto es de vuestro desvelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.

Día sexto
Para llegar a la cumbre,  que emprendía de este honor, la carne entró en el rigor de una justa servidumbre.  Sin hollar su obstinación, yerra quien no está en recelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día séptimo
Hecha esclava su impiedad, a ejemplo de vuestro ardor, en la lección el amor entraba en más libertad. A esta llama el corazón siente desatar su hielo:  logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día octavo
Liquidado aquél, la virtud, herida de vuestro fuego, sólo en Dios halla sosiego, sólo en su trato quietud. A soplos de la oración arde humano Mongibelo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Día nono
Este ardor hecho vocal en la Salmodia, cumplía los preceptos que os oía de la vida monacal. Así crece en devoción este anticipado Cielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.
Final
Ya que en vuestra imitación luces atesora el Cielo: logre, oh, gran Roberto, el suelo por Vos gracia, y protección.